“Los Huérfanos” (fragmento)
…por
las rendijas del camión solo veíamos pasar las montañas y peñascos que rodean
la carretera aunque el techo estaba cubierto por un grueso toldo sentíamos frio
y los 4 nos juntábamos y poníamos nuestras chompas, ninguno decía nada, solo
veía a Maxito que abrazaba a Huarquita que se encontraba algo inquieto y
asustado por los baches y por momentos cuando un auto pasaba por nuestro lado
haciendo un ruido estrepitoso ladraba y luego se ponía a llorar.
- Calla cachorro, pronto estaremos en la costa y conoceremos el
mar. Decía Maxito con su carita lagrimosa
Al
verlo sentí tristeza y comencé a pensar en mi hermana la Juanita, tal vez el
dinero que me ha dado lo habría robado de ese negro, pobrecita de ella tal vez
el cholo se entera y la va a golpear, que miserable de ella haberse unido a ese
malvado, al menos yo ya no tendré que soportar sus golpizas.
Un
día regresare por mi hermanita a llevarla a la costa, hasta entonces le hare
una casita frente al mar, para cada mañanita podamos ir a correr en la arena
con los pies descalzos como lo hacíamos en el campo, y ahí todo será felicidad…
De
pronto volví a la realidad cuando el carro se detuvo, escuchamos que alguien
conversaba con el conductor, nosotros estábamos asustados, Pedro estaba
temblando, agarramos los costales y poniéndonos en cuclillas nos cubrimos.
- Si revisan el camión estamos fregados decía Raúl.
Sabíamos
que si nos descubrían nos llevarían de vuelta al pueblo, preferiría morir a
regresar me decía a mí mismo y le rogábamos a Dios que no abrieran la puerta,
pasados unos minutos el carro volvió a trasladarse dimos un enorme suspiro y
nos acomodamos otra vez.
- Más bien nos salvamos. - Dijo Pedro.
Si
nos atrapaban para él hubiera sido peor porque se lo llevarían al ejercito y ya
no sabríamos nunca más de él, como paso con sus hermanos, “los que van al
ejercito nunca vuelven”, son llevados a la selva y allí los matan, o sino
morían como perros después de ser baleados por los “terrucos”, yo no iré al
ejercito jamás (pensaba)
Pasadas
las horas ya estaba oscureciendo y al ver por las rendijas del camión ya no
veíamos montañas ahora solo habían valles y desiertos amarillos.
- ¿Falta poco para llegar? -Pregunto Raúl.
Pedro asintió con la cabeza.
- Conoceremos la capital y luego iremos al mar. - Dijo.
Nosotros
4 iremos al mar y seremos los únicos de nuestro pueblo en conocerlo, me sentía
orgulloso y contento, solo pensábamos en el instante aunque el futuro era
incierto, el hambre no me importaba, pero si veía a Maxito sufriendo.
- Cuando lleguemos iremos a comprar pan y comeremos hasta
reventar. - Le dije. - Y también Huarquita comerá mucho no te preocupes.
Unas
horas más y el bullicio y las luces de la ciudad se metían por las grietas del
camión y nos sentíamos como llegando a un lugar mágico, olvidamos el hambre y
el frio y nos asomamos todos a ver por las aberturas, habíamos llegado…
(Fragmento
de novela escrita entre el 2003 y 2004)
Autor:
Gian Steve Meza Arteaga.
0 comentarios:
Publicar un comentario