“Los Huérfanos”

lunes, 20 de mayo de 2013 0 comentarios

“Los Huérfanos” (fragmento)

…por las rendijas del camión solo veíamos pasar las montañas y peñascos que rodean la carretera aunque el techo estaba cubierto por un grueso toldo sentíamos frio y los 4 nos juntábamos y poníamos nuestras chompas, ninguno decía nada, solo veía a Maxito que abrazaba a Huarquita que se encontraba algo inquieto y asustado por los baches y por momentos cuando un auto pasaba por nuestro lado haciendo un ruido estrepitoso ladraba y luego se ponía a llorar.

Calla cachorro, pronto estaremos en la costa y conoceremos el mar. Decía Maxito con su carita lagrimosa

Al verlo sentí tristeza y comencé a pensar en mi hermana la Juanita, tal vez el dinero que me ha dado lo habría robado de ese negro, pobrecita de ella tal vez el cholo se entera y la va a golpear, que miserable de ella haberse unido a ese malvado, al menos yo ya no tendré que soportar sus golpizas.

Un día regresare por mi hermanita a llevarla a la costa, hasta entonces le hare una casita frente al mar, para cada mañanita podamos ir a correr en la arena con los pies descalzos como lo hacíamos en el campo, y ahí todo será felicidad…

De pronto volví a la realidad cuando el carro se detuvo, escuchamos que alguien conversaba con el conductor, nosotros estábamos asustados, Pedro estaba temblando, agarramos los costales y poniéndonos en cuclillas nos cubrimos.

- Si revisan el camión estamos fregados decía Raúl.

Sabíamos que si nos descubrían nos llevarían de vuelta al pueblo, preferiría morir a regresar me decía a mí mismo y le rogábamos a Dios que no abrieran la puerta, pasados unos minutos el carro volvió a trasladarse dimos un enorme suspiro y nos acomodamos otra vez.

- Más bien nos salvamos. - Dijo Pedro.

Si nos atrapaban para él hubiera sido peor porque se lo llevarían al ejercito y ya no sabríamos nunca más de él, como paso con sus hermanos, “los que van al ejercito nunca vuelven”, son llevados a la selva y allí los matan, o sino morían como perros después de ser baleados por los “terrucos”, yo no iré al ejercito jamás (pensaba)

Pasadas las horas ya estaba oscureciendo y al ver por las rendijas del camión ya no veíamos montañas ahora solo habían valles y desiertos amarillos.

 ¿Falta poco para llegar?  -Pregunto Raúl.

Pedro asintió con la cabeza.

- Conoceremos la capital y luego iremos al mar. - Dijo.

Nosotros 4 iremos al mar y seremos los únicos de nuestro pueblo en conocerlo, me sentía orgulloso y contento, solo pensábamos en el instante aunque el futuro era incierto, el hambre no me importaba, pero si veía a Maxito sufriendo.

 - Cuando lleguemos iremos a comprar pan y comeremos hasta reventar. - Le dije. - Y también Huarquita comerá mucho no te preocupes.

Unas horas más y el bullicio y las luces de la ciudad se metían por las grietas del camión y nos sentíamos como llegando a un lugar mágico, olvidamos el hambre y el frio y nos asomamos todos a ver por las aberturas, habíamos llegado…

(Fragmento de novela escrita entre el 2003 y 2004)
Autor: Gian Steve Meza Arteaga.

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